Miradas clavadas en el horizonte, el cielo se teñía de rojo una vez más, nuevamente la luz y las tinieblas estaban en pugna como cada día. Esta noche vencería la oscuridad otra vez como cada tarde, pero mañana la luz tomaría revancha, el cielo se teñía de rojo la agonía de otro día frente a sus ojos, el cielo contaba su historia. El bien y el mal presentes... los ciclos de la tierra, los ciclos de la vida, la cíclica redundancia de lo cotidiano, la belleza de lo simple. El silencio reinaba en aquél mágico momento, Él la miro y notó un extraño pesar en su mirada, sus ojos eran tan expresivos que era imposible no notarlo, ¿qué te ocurre? le dijo, ella lo miro y le habló con profundo pesar, "notaba que todo está condenado a morir, todo tiene principio y fin, no quiero que este día acabe."
"ciertamente tienes razón", le respondió mirándola a los ojos, "pero respira lento... céntrate en estos momentos que nos quedan, atesora cada segundo. Inmortaliza este lugar y esta conversación, llevemos con nosotros siempre estos recuerdos, has que todo esto dure para siempre...el silencio reino por un par de segundos, inspiro profundamente y prosiguió “Alcancemos la inmortalidad en nuestros recuerdos, no podemos vivir para siempre, pero si podemos llevar este recuerdo con nosotros, la memoria puede trascender junto al espíritu...”
La oscuridad reinó y cuando abrazo cada lugar en la tierra, aquella pareja se perdió lentamente en la noche, abrazados a paso lento sin más camino que el que existía en sus sueños.
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