7 marzo 2013, a la(s) 0:40
Seguía mi recorrido por las tierras recónditas de mis visiones oníricas, sumergiéndome en los simbolismos más personales de mi propia existencia, luego de seguir al hombre del águila continué con mi marcha, la intuición era mi mejor guía, llegando al final de aquel camino extraño y confuso logré ver un gran valle que estaba rodeado de niebla, se hacía tarde y el sol se ponía en el horizonte dándome el maravilloso espectáculo de la simple muerte de un día y el auge de la gran noche, en el cielo era posible ver las estrellas con su parpadeo perpetuo y la luna en cuarto creciente, la notaba más cerca de lo normal y eso me detuvo, noté que comenzó a bajar la temperatura y que el camino se hacía difícil, seguí caminando lo que más pude hasta que divise una fogata, como pude me dirigí a aquel lugar y noté a dos personas, parecían compartir mucho y continuamente se reían. El humo bailaba con el viento animando las historias que narraban y pronto estuve a su lado, me acerque cauteloso y escuché por un momento hasta que tome asiento junto a ellos, me miraron en silencio un momento para luego retomar la conversación.
"las vidas comunes parecen ser extrañas, mientras miras detenidamente una simple palabra con la persona indicada puede hacer que el tiempo tenga miedo de robarles los momentos. El simple valor de una sonrisa es el tesoro más grande para quien sabe de lo realmente valioso, los recuerdos pueden hacer que aquello sea eterno..."
Ambos hablaban de los momentos del pasado, si bien eran muy diferentes parecían estar de acuerdo en mucho y eso se notaba, para sorpresa mía creí comprender lo que querían decir y como un simple observante luego de sentirme cómodo me detuve en aquel lugar, el viento comenzó a ser mas fuerte mientras la conversación seguía, eran los malos recuerdos que se hicieron presentes, ellos eran celosos de los buenos momentos y la melancolía nublo el cielo con amenazadoras nubes, vi como ellos fueron por refugio y seguí mi camino, la lluvia de tristeza empaparon mis ropas hasta que la fogata se apago. avance lo que pude mientras pensaba en que hacer, las nubes seguían ahí y no me dejarían hasta que recordara las palabras del sabio del castillo, mi mundo se volvía en contra mía y mi mente se había perdido nuevamente, pero esta vez no tenía ni una pista de su paradero, el viento de los malos recuerdos, las nubes de melancolía junto con la lluvia de tristeza lograron que el frio de la soledad me comenzara a ganar y poco a poco comencé a desmoronarme.
los chicos de la fogata estaban ahí aun viendo lo que me ocurría y lograron darme cobijo, me tomaron y llevaron a un refugio, ahí note que aquel hombre era el del águila, el que me había ayudado en aquel laberinto, logré divisar también al otro hombre que lo acompañaba y su voz me parecía familiar, eran mis hermanos de camino que nunca me dejaron solo, hablábamos el mismo lenguaje y parecían empeñados en ayudarme a resolver este acertijo, me dejaron descansar y estuvieron junto a mi hasta que lo peor pasó, el día siguiente fue nublado. seguí mi camino luego que me sentí con fuerzas para seguir y me di cuenta que no lograba avanzar, el camino se veía igual al lugar que fijaba mi vista e intente diferenciar, era todo extrañamente simétrico y cíclico, espere ahí un momento ya que aun no me sentía muy bien y a mi espalda divise a alguien acercándose. su caminar sigiloso me hizo recordar la extraña sensación de que me seguía, lo que pude comprobar por las huellas de su presencia en mis tierras, parecía curiosa de ver lo que sucedía y al verme en ese estado me abrazó, su abrazo dio respuestas a mis preguntas y pude sentir que seguía hace tiempo, logre ver que había atravesado la tierra de mis miedos y me había seguido tras el laberinto, sentí su miedo al atravesar el puente y había pasado por mundo absurdo, había reído con las ranas, había visto correr a mi mente por las praderas, había logrado llegar al castillo de las tierras de mis miedos y ahora estaba ahí, junto a mí. Tras ella apareció mi mente nuevamente en forma de lobo como si la hubiera estado cuidando y ella sacó de su bolsillo un papel en el que estaba dibujado un rostro, al mostrármelo aprecié que aquel dibujo mostraba mi rostro y logré ver mi reflejo en sus ojos…
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