martes, 8 de septiembre de 2015

No me rendiré jamás.

Escupia sangre en el piso. Me habian roto la boca de un certero golpe en la cara, mientras intentaba reponerme no comprendía como yo. Una persona que era más pacífica y que emanaba eso a todos podía ser víctima de ese tipo de agresion, me retiré sin pelear, aguantando las lágrimas y aprendiendo que no importa cómo seas, el mundo seguramente te hará daño y tendrás que aprender a ponerte de pie, fui pacífico en mi vida, recuerdo haber perdido el control pocas veces. Me enseñaron a conservar la calma y no luchar contra razones perdidas, creo que ame una vez y fue cuando más sufrí. Aprendí que no importa lo que hagas, nunca estas libre de un certero golpe donde más duele. En el alma y en el espíritu, conocí gente que considere mis hermanos y si por ellos lo que más pude. En el momento más crítico de mi vida me vi sólo, enfrentado a sus juicios y derrotado no tuve más remedio que desprenderme de ellos, sus palabras eran dardos que no dejaban espacio a la paz, decidí que era momento de vivir en mi mundo, rehaciendolo poco a poco, abraze a mi familia lo que más pude, me acerqué a mi hermana quien es lo que más me importa en esta vida y jure que la ayudaría lo que más pudiera, logre acercarme y volver a reir con ella, detrás de su sonrisa Ojalá supiera todo lo que he hecho por ella, todas esas veces que he estado ahí valen la pena cuando la veo sonreír. Porque nací con complejo de mártir, pero el precio es justo cuando aquélla persona por quien te sacrificas alcanza la felicidad, no importa el precio que debas pagar. Aprendí mucho a base de demasiadas decepciones, me siento nihilista, pero no es nada comparado con el sufrimiento real, esta apararente tortura es un mal guión de una comedia barata. Por lo mismo decreto que exijo y trabajaré incansablemente para alcanzar lo justo y lo que merezco, nada menos que lo que es mío por mérito y derecho propio, porque si el mundo no es justo, al menos mi Mundo personal lo será...

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