En un océano bastó de millones de unidades energéticas, las almas vagan vacías y libres, conectándose entre sí y formando reacciones. Aquellas reacciones generan cambios en si mismas. Naufragios de incontables navíos rodean el lugar con vestigios de antiguos navíos que no llegaron a puerto, entre ese mar de posibilidades inertes algunos seres impavidos no luchan y se desmembran por culpa de las tormentas. Otros luchan contra las corrientes vertigonosas, aquellos utilizan el poder de las tormentas y corrientes para avanzar, aquellos se hacen más fuertes con cada vivencia y logran encontrar un rumbo entre este caos, aparente desorden sin sentido, las cosas que parecen inconexas no lo están, la sincronicidad hace su invisible juego con una red de conecciones que no deja de sorprender.
Así mismo el tiempo vuela, la tormenta se calma y los deteriorados navíos se hunden, otros estoicos mantienen su rumbo y logran tierra, como en este ejemplo, los navíos sólo pueden resistir una tormenta luchando solas contra el viento, si tuvieran otra cerca seguramente se destruirian, de ese modo la senda se muestra y sólo se avanza con determinación hacia el encuentro con uno mismo y tu naturaleza más primitiva...
Para vencer en la contienda menos explotada, la instrospeccion personal...
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