de Evad Yarag, el domingo, 2 de diciembre de 2012 a la(s) 23:19 ·
El
velo ante los ojos, la realidad vuelve a mutar como lo hacía antes, los
colores cambian y las emociones se multiplican, las sensaciones inundan
los recónditos espacios de mi mente. nuevamente la sensación de
libertad inunda mi cuerpo haciéndome sentir que las cadenas de la
realidad no existen, las épicas visiones que alguna vez fueron
habituales toman forma en la realidad que me rodea, las cosas no parecen
ser visiones enfermizas de una esquizofrenia sin diagnostico, veo a mi
alrededor y me siento acompañado de las mejores personas que jamás
imagine tener, no hay espacio a dudas, mi destino se forja en la fragua
olvidada, el fuelle de los ancestros aun funciona ante mis atónitos
ojos, la espada que empuñare en mi lucha ya tiene forma, mientras los
herreros y artesanos del Valhala se hacen presentes con su imponente
paso y mirada fija en mi rostro atónito, yo sin espacio a preguntas
caigo de rodillas, mirando a sus ojos profundos como la procesión se
acerca a mí, luego de mi bendición me es entregada la espada que forjada
por las mejores manos llego a mí, con la importante misión de lograr el
objetivo y vencer el último obstáculo que se puso en mi camino. Dando
las gracias a mis ancestros, mi cofradía y las alianzas de sangre que
apoyaban mi cruzada, tomo camino dirección al norte, entre oscuros
bosques avanzo esperando que mi convicción sea correcta y que la
bendición de los antiguos sea tan poderosa como lo decía la leyenda.
Retomando la conciencia luego de las visiones temporales que inundan mi
cerebro, veo que las dimensiones que coexisten en mi cabeza se conjugan
mientras muestran el camino, el desafío está planteado y avanzo con la
incertidumbre de si volveré victorioso o moriré en el intento….
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